Cambiando arquitectura por construcción, o la ignorancia sobre las disciplinas que participan en el proceso constructivo
(Publicado por bespigares el 2 enero, 2013 · 217 comentarios )
Estos días el colectivo de arquitectos ha puesto el grito en el
cielo y en cualquier plataforma de la web 2.0 hemos podido leer quejas
sobre el Proyecto Ley que el Ministerio de Economía y Competitividad
quiere llevar a cabo.
En este se dice literalmente:
ARQUITECTOS
– Actualmente: tienen
reserva exclusiva para proyectar y dirigir edificios residenciales,
docentes, religiosos ( Ley Ordenación de la Edificación)
– Con la reforma: Se
suprime reserva exclusiva de actividad. Podrán proyectar y dirigir obras
de edificios residenciales, culturales, docentes o religiosos,
arquitectos e ingenieros con competencias en edificación.
– Justificación: No es
proporcionado reservar la actividad de edificación según los usos. Si
un profesional es competente para realizar una edificación, se entiende
que también será capaz de realizar otras, con independencia de su uso.
¿Qué significa? Que cualquier ingeniero podrá “proyectar” ese tipo de
edificios. ¿Qué es lo curioso de este texto? Que en ningún momento se
dice qué es ARQUITECTURA, sólo se piensa en términos de CONSTRUCCIÓN. Se
entiende que si un ingeniero puede levantar la estructura de un puente,
será capaz de levantar la estructura de un edificio. Y obviamente lo
hará, y no se le caerá. Pero es que la arquitectura es algo más que una
estructura.
Los arquitectos somos una disciplina denostada. Parte debido a que
otros sectores que participan en el proceso de construcción han estado
interesados en desprestigiarnos para entrar ellos a participar de
nuestras competencias. Sin embargo, yo entono el “mea culpa” y digo que
una gran parte de culpa es nuestra.
El rollito estrella-artista del que vamos y el que muchos piensen que
es una disciplina que la ciudadanía no puede comprender porque estamos
por encima (esto me lo decían muchos profesores de la carrera), no ha
ayudado nada. El que muchos arquitectos de renombre digan lo de “es que
hay que enseñar a la gente a habitar”, no hace más
que granjearnos enemigos y mala prensa. En los últimos años esto ha
variado algo, ya que la arquitectura ha (re)comenzado a beber de otras
disciplinas y esto ha producido movimientos muy volcados en el trabajo
con la ciudadanía, con el lugar, el paisaje, el territorio, con conocer
costumbres, historias y gentes. Aún así, para muchos somos
esos engreídos caprichosos que piensan más en su ego y la revista, que
en sus clientes.
Pero aparte, le ha hecho un gran daño a la profesión que muchos se
vendieran durante años al boom de la burbuja, haciendo “pitufos”
(adosados) en masa con una total ausencia de sentido arquitectónico y
sólo buscando el máximo beneficio para el constructor y para él mismo. Y
dentro de esa vorágine constructora, lo más perjudicial ha sido la más
que conocida afición a firmar proyectos a ingenieros, aparejadores y
constructores a cambio de remuneración, sabiendo que lo que se estaba
firmando era de todo menos arquitectura. En Granada por ejemplo es
famoso un estudio que visaba anualmente unos 700 proyectos. ¡¡700!! Eso
es que, sin vacaciones ni fines de semana, este buen hombre era un
prodigio capaz de hacer DOS PROYECTOS DIARIOS. También algunos
estudios-estrella han contribuido en este punto. Mientras algunos
famosos arquitectos salían explicando lo que es la arquitectura en
renombradas publicaciones, existían dos áreas de trabajo en sus
empresas: el A y el B; como en las contabilidades de casi todas las
empresas españolas: lo que quieres que se vea, y lo que no. El área A
hace esos proyectos de revista y el B, gracias a los contactos en
administraciones regionales de sus arquitectos-estrella, sacaban como
churros proyectos de viviendas unifamiliares y colectivas que no iban
firmados por ellos, sino por colaboradores y becarios, pero que eran los
proyectos que los han enriquecido durante estos años de burbuja.
En este punto muchos compañeros estarán a punto de matarme y escribirme: ¿Por qué haces una defensa de la arquitectura partiendo de una autocrítica feroz?
Porque nunca he pensado que haya nadie completamente bueno ni nadie
completamente malo, y el que en el Proyecto Ley se hable de “proyecto de
construcción” y no de arquitectura es en gran parte culpa nuestra.
Cualquiera que me lea sabe que opino que este Gobierno está haciendo
Leyes como churros sin entender el trasfondo de lo que legislan, dejando
cabos sueltos sin parar, agujeros negros y zonas grises, y todo debido
a unas prisas desenfrenadas por legislar cuestiones ya legisladas y
meterlas en su ansia liberalizadora. Sin entrar en ese tema, se ve
claramente que en este Proyecto Ley, ni el Ministro ni su gabinete de
especialistas, saben nada de arquitectura ni conocen la diferencia entre
un puente y una vivienda. Lo reducen todo a “una cuestión de usos” y
“construcción”.
Yo imparto docencia en la asignatura de Proyectos de la Escuela de
Arquitectura de Granada. Muchas personas me preguntan “¿exáctamente en
qué consiste esa asignatura?” Y yo trato de explicar que es la
asignatura principal que nos diferencia de una ingeniería o de
Arquitectura Técnica o Aparejadores (es difícil saber cómo llamarles
ahora mismo), que es “diseño”, que es “creación”, es lograr que la
técnica roce el arte para que constructivamente esté bien ejecutado,
pero no sea una mera acumulación de espacios que contienen usos.
De una forma algo simplificada y sencilla, sin la acostumbrada
retórica que usamos los arquitectos en este tema, voy a tratar de
explicar la diferencia entre proyecto de arquitectura y construcción.
Le Corbusier definía de esta manera: La arquitectura está más allá
de los hechos utilitarios. La arquitectura es un hecho plástico. (…) La
arquitectura es el juego sabio, correcto, magnífico de los volúmenes
bajo la luz. (…) Su significado y su tarea no es sólo reflejar la
construcción y absorber una función, si por función se entiende la de la
utilidad pura y simple, la del confort y la elegancia práctica. La
arquitectura es arte en su sentido más elevado, es orden matemático, es
teoría pura, armonía completa gracias a la exacta proporción de todas
las relaciones: ésta es la “función” de la arquitectura“.
El proyecto arquitectónico es un complejo proceso que comienza rastreando el lugar, conociéndolo, dibujándolo, aprehendiendo de él. Y este lo compone el entorno, el territorio, sus habitantes, su historia… Ese lugar
es el que cada arquitecto lee de forma diferente extrayendo distintas
claves que comenzarán a dibujar una idea que estructurará el proyecto. Y
desde el inicio está acompañado de tanteos con su construcción,
materiales, estructura e instalaciones.
La arquitectura interactúa con las personas, transforma espacios,
mejora sensiblemente la vida o la empeora. Y debemos ser conscientes de
que es una gran responsabilidad. Por lo que, no consiste en la simple
acumulación de espacios con usos. Sino que se busca que esos espacios
además puedan de alguna manera confortar, emocionar,
que sean espacios para ser contemplados, vividos, disfrutados. Un
edificio puede estar ejecutado de una forma magistral, pero sus espacios
puede que sean antipáticos, que no transmitan emoción o que ni siquiera
funcione adecuadamente para el uso pensado. Todos disfrutamos paseando
por ciertos espacios de las ciudades y rehuimos a hacerlo en otros,
todos nos emocionamos visitando ciertos edificios, y de otros sólo
queremos salir rápido.
Hay compañeros comparando el Proyecto Ley con que sería igual que si
dejaran a enfermeros operar. Yo no lo veo así. Podríamos decir que es
como si cualquier médico pudiera curarte de cualquier enfermedad. Los
médicos han estudiado todos lo mismo, pero cada uno tiene su
especialidad. Un cirujano plástico me decía una vez que si tenían que
quitarme un lunar o algo en la piel, acudiera para el diagnóstico a un
dermatólogo, pero para quitarlo a un cirujano. Los dermatólogos me lo
quitarían sin problema, pero podrían dejarme cicatrices porque los
especialistas en coser y cortar para que no quede señal son cirujanos.
Obviamente, esto tiene sus matices: habrá dermatólogos más hábiles y
preocupados por la cicatriz, que otros. Pero me hizo pensar. Levantar
estructuras que no se caigan podemos hacerlo ingenieros y arquitectos,
pero que esas estructuras modelen el espacio y la luz para que surjan
espacios emocionantes, esa es labor de la arquitectura.
He tenido muchos alumnos que venían de otras disciplinas, muchos
arquitectos técnicos e ingenieros, y a final de curso solían decirme: yo
venía con la idea de que esto era sólo poner usos y construir, no
entendía la poética del lugar, lo importante que es que una idea hile el
pensamiento durante todo el proceso, que el lugar es importante. Y es
que no pueden saberlo porque NO TIENEN ASIGNATURAS SOBRE ELLO.
Este Proyecto Ley está redactado desde la más pura ignorancia e insensibilidad
hacia la arquitectura, reduciendo todo a “simple construcción”, con una
total ausencia de conocimiento humanístico, lo que en este Gobierno
viene siendo ya una marcada tendencia.
Y en gran parte es culpa de nuestro gremio porque hemos contribuido a
que la ciudadanía pero sobre todo los políticos especuladores crean que
la arquitectura es sólo construcción y contenedores de usos, que no
tienen nada que ver con el arte y que no es crear espacios, sino
acumularlos. Y es tarea nuestra en poco tiempo tratar de transmitir
estas diferencias para que así no se apruebe una Ley que no tiene
reflejo en ningún país de Europa y que contribuiría aún más a seguir
marcando nuestro maltrecho territorio con cicatrices. Y es que todos
escribimos, pero no todo lo que se escribe es literatura.